Cogió su bolso y se fue. Sin decir nada.
Tiró toda su ropa vieja al río, y se compró un vestido muy bonito.
Con ese vestido verde puesto deambuló, sonriendo, hasta que las cosas parecieron ponerse en su sitio.
Y ese vestido le acariciaba la piel, tan suavemente que le hacía cosquillas.
Quizás un día tenga que tirar ese vestido, porque le quede grande o pequeño, o porque el vestido se haya roto, pero, hasta entonces, va a seguir impregnándole de su olor.
4.29.2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
¿qué puede hacer uno cuando ve que su vestido se le ha quedado pequeño y no encuentra la forma de quitárselo? y ese vestido le aprieta y le ahoga y no le deja respirar y ve que la vida se le escapa y no la puede seguir...
Pues rómpelo en pedazos
Publicar un comentario