6.19.2007

Te observo, te escucho y te espío sin consentimiento

Él dormía y el cielo ardía con su respiración.

6.07.2007

La edad de la inocencia (parte décimo octava)

Era inútil. Toda la lucha no sirvió para nada. Un montón de consignas y de banderas se fueron directas a la basura. La emoción, la esperanza... todo a la papelera. Encontré un par de fotos nuestras, corriendo por la calle y sonreí. Aunque, acto seguido, echase a llorar. Ya nada será como antes. Toda la ingenuidad la perdimos por el camino.
Gracias a dios que existes.

6.06.2007

Una pequeña historia

Llegó un momento en que era insostenible. La situación era imposible de soportar. Carlos me miraba por los pasillos del colegio y me rozaba la rodilla con sus dedos huesudos por debajo de la mesa en las reuniones de departamento. En la cafetería le evitaba. Él se daba cuenta y ponía cara de póquer. No podía soportar el cruce de miradas cuando yo salía del aula y él entraba. Nunca es fácil el romance entre compañeros de trabajo. Por eso, nos lo pensamos muchísimo. Una noche, me llamó a casa. Estuvimos hablando de nosotros, de lo que había pasado aquella tarde al salir del aparcamiento. De lo divino y humano, dirían algunos. Lo divino es el aire que respiramos cuando estamos el uno en compañía del otro. Lo humano es no querer esa implicación. Decidimos hablar y contárnoslo todo antes de dar un paso (fuera en falso o no).

6.05.2007

Ejercicio de relajación

A veces soy incapaz de expresar con palabras lo que siento, así que crearé una imagen mental.
Visualice un gran montón de órganos apilados. Imagine que camina hacia el cúmulo ensangrentado. Ahora, intente imaginar que introduce sus manos en ese montón y que acaricia con los dedos, las manos, las muñecas e incluso los brazos todos esos órganos rojos y fríos. Saque las manos llenas de sangre y mánchese la cara con lo que un día fue el fluido vital de muchas personas.

Ahora mismo me siento absolutamente relajada.

6.04.2007

Terrorismo y megalomanía

Me compré una bicicleta en las afueras de Berlín. Sólo quería pedalear por las mañanas hasta la hora de comer. Una mañana, me crucé con una chica castaña y bajita. Al menos, más bajita que Beatrice. Iba riendo y eso me llamó la atención. Me marcó tanto esa risa muda, que tuve que bajarme de la bicicleta. Fui hacia su lado y le pregunté de qué se reía. Ella, con una sonrisa, me contó que solamente tenía ganas de reír porque hacía mucho tiempo que no lo practicaba. Le pregunté el nombre. Se llamaba Elfriede. La acompañé un rato hacia su casa y me contó cosas sobre ella. Estaba recién casada e intentaba quedarse embarazada. Yo le hablé de Beatrice y de Max. Le enseñé una foto de cuando Max era bebé. Tristemente, era esa la única que tenía en la cartera. Ella me dijo que no quería saber más de mí. "Conocer demasiado a la gente es peligroso".
Supuse que tenía razón, así que la acompañé hasta su portal. Nos despedimos y me fui pedaleando. Pensé que nunca iba a volver a verla, pero, afortunadamente, me equivocaba.

6.03.2007

A un extraño

Escribo estas palabras en un acto desesperado de llamar tu atención. Sólo para que tú lo leas. Es para que seas consciente de que íntimamente soy tuya.
Mis manos son tus manos en masturbaciones intensas. Tu boca es evanescente y me recorre en sueños.
Nadie sabe lo que se siente.
Eres tormenta en Agosto y sudor frío.
Necesito vomitar tu nombre y gritar a los viandantes que te quiero.
Quiero arañarte y morderte. Quiero que vengas a mí y no te escapes jamás. "Sería culpa tuya", me dirías. Tienes razón: siempre lo es.
Así que, cógeme, aúpame, clávame en tu cama. No me dejes decir lo que no quieres que diga. Cállame a besos.

6.02.2007

A light, a cigarette and a thousand years

Un chico se acerca a una chica hermosa que tiene un cigarrillo en la boca y se dispone a encenderlo.
-¿Tienes un cigarrillo?
Ella levanta la vista con desidia.
-Lo siento, no fumo.
Y ahí empieza todo. Tras un par de reproches y la usual mirada de "No entiendo qué está pasando".

6.01.2007

Barbarism begins at home

El deseo de destrucción es más fuerte que el deseo del amor. A veces se apodera de mí una fuerza inquieta que casi me obliga a destrozarlo todo. Por curiosidad, por ver qué pasa después. Todo el orden, toda la seguridad, a la mierda. Por la sensación que aporta el poder derrumbar algo bello, por poder decir: "Esto lo estropeé yo", hace que merezca la pena intentarlo.
No hay nada que me ate. No hay nada que sea digno de ser salvado. Ni siquiera yo.
Busco mi ruina en el cataclismo de otros. Esos 10 segundos de gloria son el orgasmo de la victoria conseguida entre huesos rotos.
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