9.30.2008

She Walked Away without Looking Back

Hoy leí un pasaje fantástico en un libro. En él, una niña le tiraba una piedra a otra y le abría la cabeza. Una de ellas sangraba y la otra lloraba. Quizás sea una tontería pero llevo pensando en esa imagen toda la tarde. La sangre roja y caliente resbalando por la cara, al igual que las lágrimas saladas. Like in a looking-glass.

Hoy es el último día entre estas paredes con textura. Blanco, gris y azul a los que diré un silencioso "te echo de menos".
Me sentaré en silencio en el metro y escucharé los discos del iPod, respirando con lentitud y pensando que quizás no vuelva a hacer ese trayecto. Pepe se ríe de mi melancolía y me recuerda lo mucho que odio ir al trabajo.

Veo pasar a los pacientes y, aunque nunca lo admitiré en voz alta, siento como si mi familia se desquebrajase. Y mi amor en bata se va de mi lado, sin ni siquiera despedirse, sin tener tiempo de decirle: "Ya no volveré a verte". Mi corazón se resiente. Like in a looking-glass.

9.26.2008

Forgetmenot

Ayer tuve un orgasmo perfecto. Estaba rodeada de arbustos verdes y de hojas suaves como la seda. Apoyé mi cara contra la hoja más grande y cerré los ojos, reposando la cabeza entre toda esa naturaleza. Llovía un poco y las gotas rebotaban en mi frente como si fuesen los besos húmedos de un amante helado. Tiritando del frío que tengo ahora, lo recuerdo más cálido que nunca. Firme y estable. Progresivo. Maduro hasta la finalización de una etapa.
Porque esto se acaba, querido, y nosotros no volveremos a ser los mismos.

Demos la adolescencia por clausurada.

9.24.2008

You don't know what I want to do to each and every one of you (1)

Es cuestionable y yo no me creo nada. Las buenas intenciones se quedan en humo vacuo y en ondas grises, turbulentas. Pasamos con el coche bordeando el Retiro y vi cómo un grupo de chicos y chicas se abrazaban y cantaban alrededor de una guitarra. Les odié tanto que pensé en bajarme y en clavarles el mástil en las cuencas de sus preciosos ojos brillantes. Ciegos felices que gritan desconsolados. Me entró un poco la risa y cambié de emisora. Nos mantuvimos en silencio todo el camino y, en ese pequeño recorrido, me dí cuenta de que no merecía la pena darle un voto de confianza. Pero era más divertido hacerle pensar que sí. Estoy más que convencida de que su banal existencia se verá teñida de una hermosa vuelta de tuerca gracias a mis daños y perjuicios a su persona.
Me lo agradecerá.

9.19.2008

ESR

Me moví lentamente hacia el escenario. Allí estaba N, mirándome desde arriba. Musito unas palabras en inglés hacia mí y yo asentí con la cabeza. Cuando pudo, se agachó entre la horda de fans para alargarme un papel. Toda una vida de sueños realizados con un solo gesto. Y, entonces, apareció él. Bromeó sobre lo groupie que yo podía llegar a ser, y en un gesto casi antinatural, le acerqué hacia mí y permanecimos inmóviles durante una eternidad. Mirándonos, respirándonos, inquietos sobre qué debíamos hacer en ese momento y sobre qué era lo que nos deparaba el destino.

9.11.2008

Parafina

Metió las manos en el recipiente metálico. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis veces. La parafina estaba caliente y le recordó a cuando su padre le enseñaba cómo amasar pan. Al sacar las manos de la olla improvisada, éstas tenían un aspecto muñequil, blanquecino y fantasmagórico que le impresionó. Un pensamiento le rebotó en la mente: ¿serían las muñecas de su hermana pequeñas mujeres envueltas en parafina?
Durante los veinte minutos que tardó la capa mortuoria en enfriarse, sintió escalofríos de miedo. El monstruo de Frankenstein en pantalones cortos. Desfiguraciones con arreglo temporal.
A la hora de retirar el material que envolvía sus dedos, lo hizo de una tacada, como si fuesen unos guantes hechos de una carne no humana. La sensación fue tan placentera como aterradora. Desenvolver el regalo de unas manos suaves, unas uñas duras y brillantes.
Entonces comprendió lo que aquello significaba: ponerse una máscara para, al retirársela, admirar la mejoría. Como la retirada de vendas en una operación estética. La incertidumbre se convierte en una agradable sorpresa en una fresca noche de Septiembre.

9.10.2008

Retales 443

1. Yo una vez estuve casada. Él era un hombre que bebía demasiado y hablaba muy poco. Era algo frío, aunque he de admitir que besaba muy bien. Un día, al volver del trabajo, le serví la sopa, que esa noche me había salido un poco salada. Estuvo muy callado hasta el informe metereológico. Cuando salió el mapa con nubes, explotó.


2. -¡Es ahí cuando me engañas! Sales de casa muy arreglada, con los labios pintados como una fulana y taconeas hasta la tienda. ¡Y es allí donde te encuentras con tu amante y es entonces cuando os vais a un motel a follar como adolescentes!


3. Era absurdo. Era la basura amarillista más absurda que le podían haber contado a mi marido sobre mí.


4. Nunca entendí por qué eligió estar conmigo si sabía cómo yo era. Yo fumaba muchísimo, y eso le desquiciaba. Y era adicta a la pintura de uñas, faceta mía que le recordaba, casualmente, a una bailarina de strip-tease que conoció cuando estuvo en el servicio militar. Ya... servicio militar...
En fin, que yo era una puta, él era un borracho que bebía para olvidarme y acabamos fingiendo que el otro nunca existió.

9.09.2008

Unas son brujas con sonrisas, otras son pequeñas y tristes prostitutas

Se quedó muda. Miraba sin pestañear las aves muertas del cuadro de la cocina. Que no la quería, repetía. Que no la quería.
Las palabras se escurrían por entre las baldosas y manchaban todo de un color pardusco. Que había otra, que le hacía más feliz.
En realidad no pasó nada de eso, aunque ella lo hubiese deseado. Ella necesitaba una cordial despedida, un beso en la boca y un "eres lo mejor del mundo", pero no existió tal escena. Lo único que existió fue un amargo sabor de boca al ver que él ya no le volvió a coger el teléfono. Jamás.
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