11.03.2012

En Noviembre, 2012

Cada vez hace más frío. El gato y yo nos acurrucamos alrededor del portátil, al que siempre visualizo como una bola de fuego al que se le escapan las palabras que he ido escribiendo a lo largo de estos meses. Ensayos sobre la América de Eisenhower, sobre la naturaleza indómita del soneto, los poemas que nunca me publican... todo se escapa, flotando en el aire hacia el techo, como el calor de nuestros cuerpos. Me evaporo, poco a poco, con la cabeza en el cielo. Pienso en si a alguien le interesaría saber qué ha sido de mí, en qué me he convertido. Aunque la verdad es que yo me contento en ver cómo la vida de los demás sigue su rumbo y, la mía, ha dado un par de saltos en el mismo sitio.
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