Cogimos el coche de sus padres a escondidas. Estuvimos dando vueltas a la manzana. Me cansé y dirigí el volante hacia la carretera. Salimos de allí. En el camino de espigas y trigo, sonreíamos a la luna. Cantamos, aullamos, nos retorcimos en los asientos.
Al parar el coche en el molino antiguo, miramos al espejo retrovisor. Nuestros ojos eran del mismo color. Nunca nos habíamos dado cuenta.
Acercó sus dedos a mis párpados. Los acarició. Me cogió suavemente del cuello y me acercó hacia sí. Me besó los párpados una y otra vez. Durante unos segundos eternos, fui suya.
11.27.2006
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2 comentarios:
Bonito relato.
La constante del tiempo en estas formulas puede ser factor maleable y engañoso. Pudieron ser segundos. Puede que toda una vida.
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