Me vuelvo bastante emotiva cuando llega la noche. Por eso siempre peleábamos a oscuras. Te golpeaba en el pecho y te decía que te odiaba. Y tú me cogías de los brazos, me apretabas contra ti y me hacías llorar. Solías acariciarme la cabeza con una mano mientras yo me vaciaba contra tu camiseta. Después de eso, cuando me escocían los ojos y las mejillas, tú me besabas la cara, que estaba ardiendo. Y solías decirme: "Llora si quieres, a veces sólo se puede llorar". Pasábamos mucho rato retozando entre las manchas húmedas de nuestra cama y hacíamos el amor entre voces roncas que otros nos dedicaban.
Y entonces, un día, te fuiste sin decir palabra. Pero no lloré. No estabas ahí para golpearte en el pecho y decirte que te odiaba. No estabas ahí para cogerme de los brazos, apretarme contra ti y hacerme llorar.
Nunca fuiste lo suficientemente valiente como para quedarte y dejar que te aborrezca.
2.02.2008
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3 comentarios:
La última frase, tan dolorosa y tan cierta.
skarav: la última frase espero que le haga tanto daño como a mí escribirla. Sinceramente.
qué lindo, qué rabia, qué impotencia.
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