2.10.2008

Found out that his skin just wasn't thick enough

Cuando volvía a casa, en el autobús, un hombre reía a carcajadas en el asiento de delante mío. Yo subía el volumen de los cascos y él se reía más y más fuerte. Fantaseaba con tocarle en el hombro y decirle: "¿Por qué no deja de reírse de una puta vez? No todos tenemos ni el cuerpo ni el alma preparados para la felicidad ajena". Pero me mordí la lengua hasta hacerla sangrar y, mientras tragaba lo que supuraba la herida, me bajé del autobús, dejando atrás esos dientes y esos sonidos tan desagradables a los que estoy tan desacostumbrada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

a mí me pasa que a veces me tengo que "bajar muchas paradas antes de la mía" por la felicidad ajena

igual es un poco egoísta, pero...

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