El cuarto de baño es un sitio perfecto para reflexionar. El meterse en la bañera y mirar al techo durante horas es un placer. Es como esas depresiones que no puedes quitarte de encima porque realmente estás a gusto sintiéndote desgraciado.
Mi bañera es relativamente pequeña. Es blanca y la pared tiene unos azulejos azules que me encanta recorrer con el dedo gordo del pie. Mientras sumergía esta tarde la cabeza en el agua tibia, acariciaba los azulejos y pensaba en que estabas ahí, besándome los tobillos con tus labios carnosos. Podía casi hasta notarte las piernas blanquecinas debajo del agua.
Y es curioso que nunca nos hayamos duchado juntos.
3.08.2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
El proyectarnos hace que nos veamos en millones de situacíones que nunca estuvimos, otra caracteristica del embobamiento que nos produce el maldito amor.
por eso, debo procurar, que ningún rincón de casa quede a salvo cuando con mis fluidos los quiera conquistar. qué sentido tendría de otra forma, decir que es mi casa?
Publicar un comentario