Crime and punishment

Siento una curiosa atracción por los villanos, ya sean de la literatura como del Séptimo Arte. Siempre han sido un tipo de personaje perturbador para mí. Sin ir más lejos, en mis juegos infantiles, era recurrente el cuento de la bruja, la princesa secuestrada y el príncipe que iba en su búsqueda. ¿Adivinan quién era yo?
Por supuesto. Yo era la bruja más sexy del reino. Esa a la que el espejo no osaba contestar, a la que Blancanieves ni miraba, a la que los enanitos le llevaban sacos enteros de diamantes recién sacados de la mina...
Yo era la bruja más hermosa del reino y disfrutaba siendo la soberana en ese mundo de maldad.

Más adelante, antes de llegar a la pubertad, me sentí hipnotizada por los relatos de Hitchcock, donde los héroes me resultaban fantoches que eran movidos por hilos. ¿Y quiénes eran los que jugaban con esos hilos durante todo el metraje? Los malvados, por supuesto. "La Soga" se convirtió en mi película favorita, una apología del crimen. Y Hitchcock fue, ante mis ojos, ese abuelito loco que nunca tuve.
Devoré libros sobre psicopatía, sobre asesinos en serie de todas las épocas, vi películas de terror, de suspense, de detectives y nunca me cansaba de observar, de apuntar, de sospechar...

Pero un día, me enamoré (de acuerdo, hoy pensaba no hablar del tema, pero es que tiene que ver). Ese chico hizo que olvidase lo que significaba el asesinato para mí, aunque él deseaba tanto como yo la extinción de la raza. Pero el verdadero crimen era no aprovechar los pocos días que nos veíamos al año (vivíamos muy lejos)
Un día, le dejé. Si les digo la verdad, aún me pregunto el porqué. Desde entonces, pienso todos los días en ser la mala, pienso en el asesinato, pienso en el suicidio.
Y ahora, ha vuelto a aparecer otro chico. Y parece que me hace olvidar todo eso de nuevo. Y también vive muy lejos. Hay que ver cómo es la vida de hija de puta, ¿verdad?

Me encanta el crimen, y la vida es mi castigo.