4.12.2007

Una tarde cualquiera

Cogí el metro con mi madre. Había llegado 5 minutos tarde a nuestro encuentro y no nos dirigimos la palabra hasta pasados unos 10 minutos. Hablamos sobre tonterías, sobre sus compañeras de trabajo. Cambiamos de tren. En el otro, una merdellona se sentó con su madre. Era como una visión: "¿qué pasa cuando tienes 25 años más y se te descuelgan las carnes? Que te conviertes en tu madre". Así que miré a mi madre y me alegré de que no fuese tan mal pintada (labios perfilados de marrón oscuro y rellenados de pintalabios claro... una ordinariez de los barrios periféricos de Madrid). La conversación que tuvieron me pareció muy divertida.
-¿Por qué dejaste el cajón abierto ayer?
-Es que no podía dormir y me puse a leer.
-¿Qué leíste?
La chica se rió.
-¿Y a ti qué te importa?
-Bueno, bueno, era por si leías un libro de Historia...
-¡Sí, hombre!
Qué patetismo.
Me despedí de mi progenitora y bajo las miradas de reproche de madre e hija, me bajé.
Anduve para cambiar de línea y, nada más pisar el andén, llegó el metro. La línea 6 está siempre abarrotada, son unos vagones viejos y horribles y parece que la gente que coge esa línea nunca se lava. En la parada siguiente se subieron unas adolescentes. Serían 4 o así, pero parecían 80. Chillaban, empujaban y comentaban en voz alta sus tonterías, como si a los demás nos importasen. Me empujaban hacia detrás, así que hice mi maniobra "a mí no me mueve ni dios". Planté bien la planta de los pies y empecé a molestar a una mientras pasaba las páginas de mi libro. Notaba cómo me miraban de reojo y yo por dentro me sentía como dios. Me puse a mirarle a una las pantorrillas. Gordas. Si se lo dijese, dejaría de comer unos días seguramente. La mente adolescente es lo más frágil que existe. Pensé en la parte de "Las partículas elementales" en la que Bruno se masturba en el tren y pensé: "Yo también me sacaría la polla del pantalón. Si tuviese."
En la parada siguiente, entraron unos cuantos viajeros más. Tuve que dejar mi maniobra a un lado y apartarme para que pasasen. Seguí leyendo, cogida con una mano pegada a la barra del techo y la otra al libro de Houellebecq. Entonces, vi una niña a mi lado. Tendría unos 12 o 13 años. Me miraba a veces de reojo. Vi que iba con un hombre que tenía barba. Él la cogía de las manos, le acariciaba el mentón. Ella cerraba los ojos y se acercaba mucho al hombre. Acercaba su cuerpecito caliente en pasos cortos e infantiles. Creo que hasta ronroneaba. Me daba vergüenza mirarles, así que fingí mirar al libro. Cuando llegué a mi parada, ellos bajaron conmigo. Miré a la niña directamente, sin ningún pudor. Ella me correspondió la mirada. Di gracias porque no podía leerme la mente.
Subí un montón de escaleras corriendo mientras los que iban por las escaleras mecánicas (todo el mundo) me miraba como si tuviese orejas peludas y un rabo de tigre. Subí más y más escaleras y llegué, por fin, a la taquilla.
-Uno de ida para el domingo por la mañana.
-¿Sólo de ida?
Esto lo dijo el chico que me atendió con una cara que se movía entre la picaresca y la burla. Pensé que se burlaba de mí y mi humor cambió.
-Sí, sólo ida. Para el primero que salga. Y si puede ser, que sea ventanilla, por favor.
Cogió mi carnet joven, lo miró y lo volvió a depositar en el agujero de metal donde debía meterle el dinero.
-17,70.
Le di un billete de 20 y esperé las vueltas y mi billete. Tenía ganas de llamar a Míchel, pero preferí esperar hasta llegar a casa. A la vuelta, me metí de lleno en el libro. Era una parte muy interesante y fui leyendo hasta por la calle. Cuando llegué a casa, le mandé un mensaje y me tumbé en la cama a leer. Después jugué con el móvil. Más tarde me llamó mi hermano por teléfono. Al colgar, puse la tele y me tumbé debajo de un edredón infantil lleno de aviones. Caí dormida y soñé con los paneles de Alta Tensión y con la guerra en Irak.

4 comentarios:

Gabriel Noguera dijo...

Me ha gustado mucho esta entrada, se nota que estás influida por la lectura. xD

Pat Robles dijo...

¿A que sí? :P

huelladeperro dijo...

Qué insulso, no hay argumento, no pasa nada, ni siquiera muestras al lector cuáles son tus pensamientos.
Un día cualquiera,
pues sí.
Y sin embargo...
Se me ha hecho corto.
Podría estar leyendo un libro entero escrito así.
---------
2) Gracias por tu comentario, me importaba mucho ese post, pero nadie más pareció entenderlo.

Absurdo Rutinario dijo...

No es eso. Trato de conservar mi cuerpo en buen estado. Quizás esté muerto, no lo sé. Hay algo que habría que hacer y que no hago. No me lo han enseñado. Este año he envejecido mucho. He fumado ocho mil cigarrillos. Me ha dolido, a menudo, la cabeza. No obstante debe haber una manera de vivir; algo que no se encuentra en los libros. Hay seres humanos, hay personajes; pero de un año al otro apenas si reconozco las caras.

No respeto al hombre; sin embargo, lo envidio.


(Michel. Claro.)

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