No había nada en la casa que emitiese más luz de la necesaria. Vicente se sentaba en la barra de la cocina y miraba la televisión con mueca distraída. Todo parecía un sueño borroso. Ni bueno ni malo, sólo borroso. Esa noche le tocaba a Isabel preparar la cena. La verdad es que preparaba unos sándwiches más que deliciosos. Les echaba una cantidad casi inhumana de mayonesa, pero eso sólo hacía que estuviesen más deliciosos si cabía. Cuando terminó, puso uno enfrente de Vicente, y se sentó en el taburete de al lado. Comieron en silencio. Ella le miraba de reojo, ya que a él le ponía nervioso el contacto visual directo. Vicente siguió viendo el programa de humor que, francamente, no tenía ni un ápice de gracia. Isabel miraba los muebles del salón mientras tragaba con apatía los trozos de jamón con mayonesa. Después de aquello, no tardaban mucho tiempo en acostarse. Vicente veía un par de programas más en la televisión del salón mientras Isabel leía una revista que tampoco le interesaba demasiado. Cuando uno de los dos estaba cansado, el otro le acompañaba a la cama. Nunca se iban por turnos al dormitorio, pero, eso sí, soñar, soñaban separados.
5.17.2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Me ha encantado.
...has escrito cosas mucho mejores.
El mensaje aquí es lo que vale y menudo mensaje, más de un@ se puede ver reflejad@.
Saludos!!!
¡Cuánta, cuánta gente cómo ellos!
¡Y no poder hacer nada, o apenas, cuanto apenas nada!
Como mucho lanzar la tacada, hermosa y poética, de decirlo.
A ver si chocan bolas...
Bellamente dicho.
A mí, si acaso, me chirría un poco, la descripción del programa de humor.
Pero... ¿Por qué un texto no habría de chirriar?
Publicar un comentario