Estábamos delante del coche. Eran como las nueve de la tarde y el sol se escondía en el horizonte. Esperábamos a que Marga saliese de su casa con la mochila llena de comida, de estupefacientes, de pedazos de niño muerto. Daba lo mismo. Sólo queríamos irnos de allí. El plan era salir las cuatro por patas, con los bolsillos llenos de monedas ilícitamente ganadas y asentarnos en cualquier esquina a la sombra de un árbol cualquiera. Si es que hay árboles donde íbamos. Si no, siempre podemos tumbarnos al sol y esperar a morir en el desierto.
El plan era huir miserablemente. Y, miserablemente, fracasamos.
8.01.2007
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6 comentarios:
Las historias que me gustan a mí.
es angustioso huir y fracasar... te hace sentirte el peor prisionero
También he vivido alguna historia así, de todos modos tengo buen recuerdo, ya vés!
Abrazos!!!
Genial
...entonces volvéis, verdad ?
sulfur.
ps: me hizo mucha gracia que no colgaras el otro comentario, fue muy romántico, casi infantil. Por supuesto no debes colgar éste.
Quien diría que la miseria pudiese ser buena noticia...
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