9.11.2007

The Devil

Estaba en la otra punta del bar. Le estaba viendo desde detrás de mi botellín de cerveza. Allí estaba con sus amigos perfectos, enfundado en su traje perfecto y con su pelo perfectamente peinado. Sonó mi canción y un mecanismo en mí se disparó. Bailé hacia él con la cerveza en la mano, dando pasitos rítmicos acompañados del vaivén de mi cadera. Notaba cómo él me miraba. Le miré, me miró, nos miramos. Sonreí y seguí bailando dentro de un corro de chicos guapos. En las últimas notas, cogí la chaqueta y, al salir por la puerta, me giré y le guiñé un ojo. Él rió con su boca perfecta. Y a su novia perfecta no le hizo ni pizca de gracia.

5 comentarios:

Gabriel Noguera dijo...

Malditos perfectos.

Prado dijo...

el ser como posesión: animalidad. Kilómetros lejos, un hombre recuerda dos aviones, tremendamente inflamables, reduciendo el número de habitantes de NY. Y la vida continua, amor, mientras el deseo fluya...

Unknown dijo...

El suicidio y la autodestrucción resultan apasionantes... en los demás y en la ficción.

Personalmente deseo vivir largo, tendido y hedonista.

Y ya que estoy, lo digo: odio a la gente guapa, pero soy un falso, cuando luego mueven las caderas con ritmo les perdono.

Anónimo dijo...

Si tenía novia, pues ya no resultaba tan perfecto.

Principito Desencantado dijo...

Formo parte de los imperfectos. Ya decía yo q no me como una rosca.

Besitos.

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