Entré en su casa con la cabeza escondida en la capucha de mi sudadera. Él se reía y decía que no había porqué esconderse. Yo le desprecié de reojo.
Comimos galletas y vimos la tele juntos. El zumo que robamos de la nevera estaba un poco ácido, pero en ese momento daba un poco igual. Él no hacía más que acariciarme la cabeza y pedirme que me sentara en su regazo. Lo hice. Comenzó a besarme el cuello y a hacerme cosquillas con la nariz. Y entonces es cuando me metió la mano por el pantalón.
Lo demás está en ese informe, señoría.
10.23.2007
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2 comentarios:
Recibió su merecido.
Salud!!!
La chica aprendió arreglos florales siendo todavía muy pequeña y no dejó de hacerlos hasta que las manos dejaron de responderle siendo muy mayor.
Mírala, decían, parece que utiliza plantas sin flor. Tambien palos, piedras e incluso basura, para sus jarrones y sus centros de mesa.
Está loca, pensaba la mayoría. Es genial, pensaba sólo uno, pero nunca lo dijo.
Daba igual, dió de qué hablar en aquél pueblo maldito por la vejez y la soledad. Por eso hoy le damos gracias.
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