Dedicaba los domingos por la tarde a recortar letras del periódico. Untaba sus dedos rechonchos en engrudo casero y componía palabras. Su habitación entera estaba forrada de domingos por la tarde. Durante la semana, entre todas las palabras reconstruidas, elegía una. Esa era su favorita hasta la llegada de los términos semanales. Entonces, desterraba lo usado y daba paso a la novedad. Solía decir que la elección se basaba, simplemente, en la necesidad indulgente de que todos los días fuesen un día de fiesta.
Me aburre la gente.
11.20.2007
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1 comentario:
Me aburre la MAYORIA de la gente.
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