A veces, cuando vuelvo a casa, miro los edificios a mi alrededor. Son todos grises, pero tienen luces amarillentas que les iluminan de una manera bastante tétrica. Cuando vuelvo a casa, los gatos callejeros me miran de reojo y se esconden de mí. Y yo pienso en el futuro y no veo nada.
Si he de ser hirientemente sincera, pienso, básicamente, que la gente no es lo que espero, que yo no soy lo que espera la gente y que la vida consiste en una serie ilimitada de decepciones en cadena.
Mi existencia consiste en una monotonía bañada en luces amarillentas.
1.04.2008
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3 comentarios:
Tal vez sea cuestión de no esperar, o de hacer como que no se espera, para pillar a quien sea desprevenido...
Efectivamente. Una decepción tras otra.
Si tu post tuviera sonido integrado sería totalmente la canción de Gloomy Sunday.
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