Encima de la mesa había un montón de vasos a medio beber. A Clara le dolían bastante las pantorrillas, así que JM se ofreció a masajeárselas. Mientras, Elena bailaba junto a la puerta, agarrando su falda y dando pasitos cortos hacia delante. Casi toda la estampa era la de una familia beat y feliz. Pero allí estaba yo, sentada en un sillón. Bueno, más bien estaba siendo engullida por él. Todos se colocaban y yo miraba. Vino M y me dijo al oído que estaba preciosa. Se puede decir que dejé de preocuparme en ese momento. Cuando no te queda nada, no temes perder. Y es entonces cuando te sientes vacío y vives.
Y la resaca te puede, pero tú te pones las gafas de sol y sales a la calle. A beber un poco más y a volver a casa entre completos desconocidos que te miran mal en el metro porque no estás peinada y tu maquillaje se quedó en la ropa de alguien.
2.26.2008
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