3.05.2008

Kate

Al entrar en la casa, todas las pareces estaban vacías. La pintura descascarillada convertían la estancia en un sitio aún más desolador para ella. Las persianas a medio bajar proyectaban sombras sobre los muebles carcomidos. A lo lejos, su piano. Aquella caja enorme de madera donde se guardaban los recuerdos de otros tiempos, ya lejanos, invitaba a que la hicieran resonar. Ella era incapaz de acercarse lo suficiente como para poder acariciar las teclas polvorientas que un día hicieron sonar música celestial. Ahora ya no había nada.
Se acercó a la puerta principal y respiró por última vez el aire mortecino que la rodeaba. Fue entonces cuando se chocó conmigo. Y todo cambió.

1 comentario:

A dijo...

alguna materia luminosa deberia haber hecho menos traslucido el cuerpo de choque

las persoanas abajo no permitiewron saberlo...no creo que tenga(mos) otra oportunidad

besos traspasados
A.

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