Quiero que llueva.
Cuando llueve suele ser un descanso entre tanto agobio. El asfalto deja de humear y absorbe las gotas heladas. La gente intenta resguardarse y la piel se empapa, calmándose de tanto rayo solar. El ambiente se condensa en ese olor a tierra mojada. Ese olor te envuelve, nublándote la vista y cegándote el oído. Sin darte cuenta, te encuentras sumido entre nubes grises y calles desiertas. Personas que se agolpan bajo los tejadillos te hacen la pasarela. Y tú desfilas con los ojos cerrados y los dedos de los pies helados.
Siempre llueve cuando estás cerca.
6.19.2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario