No queda nadie. El salón está vacío y mis pasos provocan un eco acentuado por los zapatos de tacón. Cerrando los ojos siento música en mi cabeza y el cuello se expande. La nuca me arde y tarareo una canción que nadie conoce. Sentirse especial mientras se cantan canciones adolescentes. Hay partes en esta casa en las que es preciso pasar a cuatro patas. Algún día pasaré así por encima de ti. A medida que progresa el ritmo en mi mente, el cantar se convierte en un grito.
Mamá me va a castigar cuando vea lo que hiciste con mi vestido nuevo.
6.13.2008
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