Esa mañana fue espectacular. En realidad no pasó mucho pero el ambiente era inigualable. Apoyé mi cabeza en el cristal del autobús y me maravillé ante el paisaje. Todo lo que nos rodeaba era verde. Según íbamos gastando gasolina, se iba abriendo un mundo más y más florido. Verde y rosa, verde y rojo, verde y amarillo, verde y blanco. Llovía mucho y no había casi nadie en las calles que vislumbrábamos a lo lejos. Me imaginé viviendo allí, yendo campo a través con la bicicleta, parando y sentándome en la hierba a mirar al horizonte que jamás termina, soñando con caballos y lluvia fina en mi pelo largo. Porque el año que viene tendré el pelo largo y la cara más delgada. También el año que viene tendré una melancolía más profunda, pero seré internamente feliz, sintiéndome agraciada de vivir, por fin, en el cuento de hadas escrito entre muros de fábricas abandonadas que tanto anhelo.
Esa mañana pensé que mi vida empezaba entre gotas de agua heladas y caballos a galope.
3.31.2009
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3 comentarios:
creo que a diferencia tuya, lo unico que no puedo esperar parael año que viene...es en tener el pelo largoo
me conformo con tener pelo
besugo en el codo...y que sigas disfrutando de los viajes...con ese afuera verde
Excelente, realmente hermosa la forma que tienes de expresarte. Directa, transparente, honesta. Creo que son esas tres cosas las que me han impulsado a leerte.
Gracias por compartir esto.
Un saludo afectuoso,
Andro.*.
Me pasado mucho lo del bus....
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