6.29.2013

I feel, I feel alive

Noches eternas de verano. Nuestros cuerpos, incandescentes, corriendo la calle abajo a las 3 de la mañana, después de habernos bebido todos los cubos de sangría en la barbacoa de tus primos. Descendimos, corriendo, entre taxis de paseo en busca de clientes semi-inconscientes. Nuestras piernas desnudas se llenaron de barro, de suciedad, de arañazos rebosantes de sangre. Las rodillas peladas, como cuando estábamos en preescolar. Los brazos volando al viento; miembros adormilados al aire. Deseamos el tener alas para poder sobrevolar la ciudad que tanto nos ha dado, la ciudad que nos pertenece. Pero continuamos, sin parar, todo Recoletos, El Prado, la Puerta de Atocha. Algunos nos gritaron por empujarles, otros nos insultaron porque sí. Otros nos gritaron "¡Borrachos!", pero aún así, seguimos. El impulso nació en una sangre que hervía, luchando, por ser parte de algo más grande. Esa noche, durante un par de horas, nos empujamos mutuamente a ser libres, al fin.

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