Sus caderas se movían cadenciosamente al ritmo de la música. Sus ojos miraban sus largas piernas blancas. De vez en cuando sus labios tarareaban la canción. Otras veces, el labio inferior acababa atrapado entre sus dientes o mojado por su lengua.
La ropa caía lentamente sobre el suelo encerado. Ella no sonreía nunca. Su sonrisa personal eran sus manos acariciando su vientre. Baja, baja, baja.
La voz masculina y ronca del hilo musical, acariciaba su espalda suave y bien definida.
Otra cosa que la definía era que nunca, nunca utilizaba tacones ni medias como las demás chicas. Ella bailaba descalza. Acariciaba el encerado con sus deditos pintados de negro.
Al terminar, me quedé sin palabras y no pude tocarla en toda la noche. Se sintió un poco estúpida, según me dijo. Pero yo estaba maravillado. Y aún lo sigo estando.
12.13.2006
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3 comentarios:
Yo también estaría maravillada...
Precioso texto.
Kissssxxx
deliciosamente sensual
Ooooh, yeah.
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