Él estaba sentado en la cama. Ella entró en la habitación y se acercó a su cuerpo, arrastrando los pies. Metió los dedos entre su pelo, propinando una caricia tan fuerte que hizo que él inclinase la cabeza hacia atrás, dejando que la luz del techo iluminase su cuello. "¿Te he dicho alguna vez que me encanta tu pelo?"
Él sonrió.
5.22.2008
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2 comentarios:
Eres genial todos los días. Y sin comillas.
Y todas las noches.
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