Nunca aprendí a conducir. Tuve mucho tiempo ese verano y todos me susurraban que lo hiciese, que me sacase el carnet. Pero, cuando estaba sola, cuando me asomaba al porche y te veía al otro lado de la calle, el viento me susurraba otras cosas. Tras mucho pensarlo, un día crucé a la otra acera, chancleteando nerviosamente. Me acerqué a tu porche y miré por la ventana, pero no había nadie. Decidí entonces rodear la casa, inmiscuyéndome hasta la parte de atrás. Y allí estabas con ella. Su pelo largo y rizado por la espalda, como una cascada infinita y tú con tus manos enormes sobre su cintura, acariciando esas olas descarriadas que se escapaban de su melena.
Sentí el corazón roto en pedazos grandes y fuertes. Nada de pequeños trocitos, sino unos enormes y afilados, de esos que hacen que te pese muchísimo el pecho y sólo quieras vomitar lágrimas.
A veces me pregunto si en realidad debería haber aprendido a conducir en vez de espiarte desde la puerta de la cocina, si todo eso fue una pérdida de tiempo, pero creo que en realidad eras sólo la distracción que se busca cuando hay algo importante que hacer, como ordenar los cds o hacer limpieza de armario cuando tienes los exámenes finales a la vuelta de la esquina. En conclusión, tú eras aquello tan importante que estaba esperando para ser hecho, sólo que elegí el momento más inoportuno.
1.07.2009
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2 comentarios:
es lo mas bonito k me han dicho nunca, sinento como tus ojos se desparraman por los cuerpos enlazados mientras tu corazon estalla; si lo llego a sentir entonces te hubiera perseguido hasta tu casa y te hubiera o hubiese gritado ¡¡TE AMO!!! yo tb miro siempre k puedo a trves de la calle a ver si esta el coche de tu hermano aparcado fuera y entonces espero y espero hasta verte salir y dar tu paseo hasta la fuente... nunca senti tantas hormigas dentro de mi.
a veces son esas cosas que hacemos para distraernos y evitar hacer algo, las que acaban convirtiéndose en las importantes
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