6.10.2012

Antologías

Anoche cerraba los ojos en el coche y pensaba en qué haré cuando vuelva a Inglaterra. Ha llegado el punto en que no me reconozco. Mi humor cambia tanto como mi cuerpo y noto como si mi esencia, mi "yo", quisiera escapar por la boca. No me reconozco. Ya no soy rápida, astuta y lista. No soy mucho más que una carcasa sin futuro, la concha de un caracol llamado Pasado. No soy, no soy, no soy. No soy una promesa, no soy bella, pero tampoco soy mediocre. No llego a la normalidad por los cientos de escritos que pasan de unas a otras manos. Escritos sobre mi comportamiento, sobre las noches en vela. Escritos plagados de números y palabras en latín. La antología de mi vida nunca llegará a mis dedos, inertes pero intranquilos. Y, probablemente, cuando vuelva a Inglaterra, los mismos escritos pasarán a otras manos y yo me echaré en el sofá a esperar eternamente y a seguir engordando.

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